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Qué hacer para que los niños vivan bien la Primera Comunión

Hace unos días llegaba a la Delegación un excelente artículo publicado en El Debate.com, por el profesor Juan Carlos Carvajal Blanco, miembro del Equipo de expertos de la Delegación Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid y profesor de Evangelización y Catequesis en la Universidad de San Dámaso.

A continuación un resumen del artículo titulado: Qué hacer para que los niños vivan bien la Primera Comunión. Al final dejaremos el link para acceder al artículo completo.

El autor habla sobre la dificultad que enfrenta una generación que ha perdido el sentido de lo sagrado y se ha vuelto insensible al lenguaje simbólico para comprender el misterio de la Eucaristía. Durante el mes de mayo, se observa a los niños vestidos para su Primera Comunión en las calles, en los templos y en lugares de celebración. Las Primeras Comuniones son parte de la cultura, incluso para aquellos padres que deciden no bautizar a sus hijos, ya que sienten la presión social de permitirles participar en la Comunión con sus amigos. Sin embargo, a menudo esta celebración carece de un significado religioso para los padres.

El autor reflexiona sobre la importancia de comprender el misterio de la Eucaristía, que va más allá de lo visible y requiere una capacidad simbólica y una sensibilidad hacia lo sagrado. Él enfatiza que, «la Eucaristía es el sacramento de la redención liberadora de Jesús y de su fiel compañía. Comulgar con sus dones divinos es acceder a la fuente de la vida y de la vida que nunca acaba«.

El autor también menciona que «justamente, la Eucaristía, y la consiguiente comunión que de ella forma parte, es la celebración y realización de la alianza de amistad entre Dios y el hombre. Iniciar a los niños en la Eucaristía–Misa, llevarles de la mano para que por primera vez participen de la entrega amorosa de Jesús, es introducirles en una historia de amistad en la que, en cada Eucaristía, Dios renueva su amor, al tiempo que sostiene por su gracia la respuesta filial de sus hijos».

Finalmente, el autor concluye con la convicción de que, «las Primeras Comuniones, junto con las catequesis que las acompañan, deben ser una oportunidad para recuperar la capacidad simbólica inherente al ser humano. Solo a través de esta base, que permite el anhelo de encontrar plenitud en el Misterio que se ofrece, se podrá comprender el dinamismo sacramental de la Liturgia eclesial y, aún más, de la vida cristiana». 

Fuente: eldebate.com

Artículo completo aquí.

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