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Semana Santa de un catequista. Viernes Santo

Todo cristiano está llamado a vivir con profunda meditación y respeto la Semana Santa, antes llamada Semana Mayor, en la que se recuerda el acontecimiento de amor que cambió el mundo, la historia, tu historia y la mía. En este artículo te ofrecemos una breve meditación para hacer un camino santo unido a la pasión de Cristo.

 

 

 


 

 

VIERNES SANTO “MORIR PARA DAR VIDA”

El Viernes Santo es un día para olvidarme de mí y darme todo con Cristo y Éste Crucificado

Oración: Jesús, ¡cómo quisiera saber morir al hombre viejo, a mi carácter, vicios y limitaciones! ¡Cómo quisiera morir a mi soberbia y ego, crucificar mis intereses para que el amor reine! Dame Tú la gracia de morir amando, enséñame a darme, vaciarme, desgastarme en ofrenda de amor por los demás. Ayúdame a vivir mi entrega en la sencillez del hogar, del trabajo cotidiano, del servicio pastoral de cada día. Quiero desgastar mi vida como catequista ayudando a descubrir en los pequeños el tesoro más grande que Tú nos has dado: el ser amados definitivamente por Dios, renacidos para el cielo, para la vida eterna, que por tu cruz y resurrección nos has ganado.

Escucha de la Palabra ( Jn 19,34)

“Uno de los soldados con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua”.

Dejamos resonar en nuestra mente: “le traspasó el costado” y hagamos un silencio orante para que repose la Palabra en nuestro corazón…

Puntos de meditación

  • Esta lanza traspasó el costado e hirió el corazón, abrió el corazón de Dios hombre para la eternidad, permitió por su infinita misericordia la entrada del hombre al secreto amoroso del corazón de Dios
  • Se dio hasta la última gota de sangre y agua, se dio y se da en la gracia de los sacramentos, que derraman las gracias sobrenaturales en las aguas del bautismo y la sangre de la Eucaristía
  • Nosotros catequistas, ¿cuanto estamos dispuestos a dejar traspasar la lanza de la conversión y radicalidad?, ¿hasta dónde seríamos capaces de soportar…?
  • Es necesario saber entregar la gota de sangre por derramar cada día -en cada pequeño sacrificio de la vida- para poder dar la vida entera y hasta el fin de nuestros días
  • ¿Valoramos esta sangre y vida de reconciliación que nos dan los sacramentos, o son piedras preciosas tiradas por tierra?, ¿hasta donde valoramos las gracias derramadas en la cruz y esparcidas por la Iglesia en los sacramentos?
  • ¿Ayudamos a valorar verdaderamente estas gracias sacramentales a nuestros pequeños?
  • En la cruz nos podemos permitir resonar este grito de Jesús-“Este es mi cuerpo, comed todos de él”- es en la cruz donde se está planificando la entrega del cuerpo de Cristo; y en cada Eucaristía se actualiza “in memoriam”… (no solo como recuerdo sino como actualización en el hoy)

Oración final

Maestro del calvario, esta ciencia de la cruz me sobrepasa, mis serios cuidados y preocupaciones terrenas me ocupan demasiado. Dame Tú la gracia de descubrir mi miseria, mi expectación pasiva ante tu divina pasión, para abrirme al amor desinteresado, a la generosidad sin medida, al amor que se plenifica dándose. Dame la gracia de contemplar la cruz y descubrir mi mendicidad y dureza,  traspasa mi corazón con nuevos sentimientos de nobleza, ternura, humildad y sencillez. Dame la gracia  de reconocer mi nada ante la inmensidad de tu amor; y decidirme por ti, a fin de abandonarme en tu infinita misericordia. En fin dame la gracia como catequista de hacer amar la cruz a los pequeños, de comunicar la inmensa grandeza que tenemos con los sacramentos.

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