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Semana Santa de un catequista. Sábado Santo

Todo cristiano está llamado a vivir con profunda meditación y respeto la Semana Santa, antes llamada Semana Mayor, en la que se recuerda el acontecimiento de amor que cambió el mundo, la historia, tu historia y la mía. En este artículo te ofrecemos una breve meditación para hacer un camino santo unido a la pasión de Cristo.

 

 


 

 

SABADO SANTO “EL SILENCIO DE LA ESPERA”

El sábado santo es un día de silencio expectante, no es un silencio de muerte o de vacío sin sentido,

es un silencio de espera confiada, como el de María Santísima.

 

Oración: Jesús cuando el silencio de tu aparente ausencia llegue a mi vida, fortalece mi esperanza para que no decaiga, da estrellas a mis noches para que no se hundan en la oscuridad.  Jesús, rey que duermes el sueño de la muerte,  sostén mi fe en la hora de la prueba para creer sin ver, para esperar contra toda esperanza y para amar dando vida. Quiero vivir con María un acompañamiento solidario con el dolor de aquellos que pasan por el duelo lacerante de las ausencias y renuncias muy profundas.

Escucha de la Palabra (Mc 15,46)

“…bajando el cuerpo de la cruz, lo envolvió en el lienzo de lino y lo puso en un sepulcro que había sido excavado en la roca; e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro”.

(Hacemos un momento de silencio para que la Palabra repose en nuestro interior)

   Puntos de meditación

  • ¡Cuántas veces baja el cuerpo sacratísimo de Jesús a nuestras manos y corazón, cuantas veces en la Eucaristía recibimos este cuerpo santísimo entregado por amor…!
  • ¿Cuántas veces sepultamos a Cristo con nuestros prejuicios, con nuestros silencios egoístas o de resentimientos?
  • ¿Cuántas veces vivimos como si Dios hubiese muerto?
  • Recibimos muchas veces el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, mas algunas veces nos cuesta recibirlo en el cuerpo llagado de los enfermos, en el cuerpo mal-oliente de los indigentes, en el cuerpo rechazado de los refugiados…

Oración final

Rey que duermes en este día de tu silencio, día único en el año, en que no se realiza el sacrificio de la Eucaristía, danos la gracia de llorar tu ausencia, cuando te sepultamos, te callamos, o te marginamos en nuestra vida y en nuestra relación con los otros. Bendice nuestros sentidos para que el silencio de este sábado santo sea una experiencia de atracción amorosa que nos lleve a la conversión. ¡Ven habita mi silencio!

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