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AGOSTO 2024 COMPROMISO MENSUAL Y TAREA PERSONAL (Agenda del Catequista 2024)

QUERIDOS CATEQUISTAS

Es de dar gracias a Dios que se tiene el tiempo para descansar, las vacaciones son una oportunidad para rehacerse en todos los aspectos. También para rehacerse espiritualmente, es por esto que os proponemos meditar y reflexionar en el compromiso del mes de agosto:

COMPROMISO MENSUAL: Mes de la naturaleza, la familia y el tiempo libre

TAREA PERSONAL: Pasar tiempo en familia y gozar de la alegría de ser familia y de la belleza de la casa común.

La relación con la naturaleza, permite conectarse de manera integral al cosmos, como personas humanas vivimos en un espacio donde el crecimiento humano está lleno de conexiones, consigo mismo, con los otros, con Dios y con la naturaleza. Por esto es un derecho humano tener un tiempo para esto. Vivimos en una casa común y por tanto nos alimentamos de esta casa, lo cual implica también un cuidado, conservar esta casa común, donde estoy yo, otras personas, las cosas y la naturaleza. La naturaleza, para los cristianos, es un regalo de Dios.

Recordemos un poco del mensaje de la encíclica del Papa Francisco; «Laudato si»

El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado

84. Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios. La historia de la propia amistad con Dios siempre se desarrolla en un espacio geográfico que se convierte en un signo personalísimo, y cada uno de nosotros guarda en la memoria lugares cuyo recuerdo le hace mucho bien. Quien ha crecido entre los montes, o quien de niño se sentaba junto al arroyo a beber, o quien jugaba en una plaza de su barrio, cuando vuelve a esos lugares, se siente llamado a recuperar su propia identidad.

85. Dios ha escrito un libro precioso, «cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo»[54]. Bien expresaron los Obispos de Canadá que ninguna criatura queda fuera de esta manifestación de Dios: «Desde los panoramas más amplios a la forma de vida más ínfima, la naturaleza es un continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, además, una continua revelación de lo divino»[55]. Los Obispos de Japón, por su parte, dijeron algo muy sugestivo: «Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza»[56]. Esta contemplación de lo creado nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir, porque «para el creyente contemplar lo creado es también escuchar un mensaje, oír una voz paradójica y silenciosa»[57]. Podemos decir que, «junto a la Revelación propiamente dicha, contenida en la sagrada Escritura, se da una manifestación divina cuando brilla el sol y cuando cae la noche»[58]. Prestando atención a esa manifestación, el ser humano aprende a reconocerse a sí mismo en la relación con las demás criaturas: «Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo»[59].

Te invitamos en este tiempo de descanso a leer y meditar toda la encíclica. Click aquí.

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