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Catequistas ¡Sed santos!
¡Sed Santos como vuestro Padre celestial es Santo! Mt 5, 48

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¡Sed santos! Es un imperativo de nuestra fe, Jesús nos invita a ser santos. Nosotros como bautizados y catequistas tenemos los medios para hacer camino de santidad. Los sacramentos de la Iglesia, la vida en Cristo, las actitudes evangélicas, los testimonios de nuestros mártires, la Iglesia misma en su búsqueda de la verdad, la infancia y juventud de hoy al mismo tiempo que son medio de santificación, nos proponen este desafío: ¡Sed Santos!
Catequista sois llamado a la santidad os das cuenta… puedes pensar que es algo utópico, inalcanzable, imposible o pasado de época, más sin embargo “nada es imposible para el que cree” (Mc 9, 23)
Palpamos la realidad que nos rodea.

¿Qué cosa es la santidad? ¿Cómo podríamos llamar de una forma actual y concreta la santidad?

El primer paso para ser santo es querer ser santo. Si no quieres serlo, porque crees que es imposible para ti o simplemente no quieres, porque crees que hay que sufrir demasiado y prefieres tu vida tranquila y sin complicaciones… Santa Teresa de Jesús nos habla de que hay que tener una «determinada determinación», una decisión seria de querer ser santos.
Así que está claro que puedes ser santo. Dios lo quiere ¿y tú? No digas que no tienes las cualidades necesarias. No digas que Dios no te ha llamado.

Oración de encuentro con la Palabra.

Dios quiere que seas santo

imagesDios, tu Padre, que te ha creado, quiere lo mejor para ti Y, por eso, quiere que seas santo. La voluntad de Dios es tu santificación (1 Tes 4,3). Dios te eligió desde antes de la formación del mundo para que seas santo e inmaculado ante Él por el amor (Ef 1,4). Por eso, en la Biblia, que es una carta de amor de Dios, se insiste mucho: “Sed santos, porque yo vuestro Dios soy santo” (Lev 19,2; 20,26). Y Jesús nos dice: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo” (Mt 5,48). Así que tú y yo, y todos «los santificados en Cristo Jesús, estamos llamados a ser santos» (l Co 1,2).

Jesús nos muestra la dicha de la santidad
La santidad no es ausencia de sufrimiento, ni solo cruz, la santidad es la entrega de la vida por causa del amor, de la justicia de la paz, de la misericordia, de la verdad. La santidad es amor. La propuesta de Jesús va mas allá del bienestar pasivo, es una dicha activa de estar entregando la vida con sentido, sea con lagrimas y sufrimiento sea por lucha de las causas justas para la felicidad de toda persona sea por la transparencia del corazón que en todo ama. Por que aquel que ama goza de las delicias de Dios en esta vida también, porque Dios es amor.
Dichosos los pobres en el Espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos porque ellos heredaran la tierra. Dichosos los que tiene hambre y sed de justicia porque ellos quedaran saciados. Dichosos los misericordiosos porque ellos alcanzaran misericordia… (Mt 5,1-12)

¿Cómo podría vivir una santidad tan cotidiana que sea humilde y auténtica?

¿Soy capaz de ver la santidad del otro que camina conmigo entregando su vida con todas sus limitaciones y esfuerzos humanos?

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Piensa en amar y en hacerlo todo con amor y por amor, es decir, en convertir todas tus obras en amor. Trabaja con amor y ofrécelo todo con amor.

La santidad es amor. Por eso, si vas a una casa o a una Comunidad religiosa y quieres saber quién es el más santo, observa quién es el que más ama. No es el que mejor habla de Dios o de las cosas espirituales. No es el que trabaja más por el Señor ni desempeña los cargos más importantes. Ni siquiera el que más horas está retirado de los otros en supuesta oración. Observa al que hace las cosas que más cuestan, al que está más pronto para hacer cualquier sacrificio para servir a los demás.
La santidad no es perfección moral, puesto que ninguno de nosotros alcanzaremos en esta vida la perfección moral, pero si un proceso de conversión constante y de no conformismo ante las limitaciones y caídas que todos experimentamos.
Buscar la autentica santidad, también te va llevando a un encuentro de la santidad del otro. Toda persona guarda un gran tesoro de bondad en su corazón, que es su ser de Dios y aunque algunas actitudes lo oculten o lo deforman, siempre habrá la certeza de encontrar la nobleza de un corazón humano.
Catequistas ¡sed santos!, descubriendo el tesoro de Dios en los corazones y sed dichosos entregando la vida por una causa noble y justa.

Momento contemplativo
Contemplando una imagen de Jesús, nos quedamos unos momentos de silencio permitiendo que nos cautive, que nos diga algo…
Después de unos momentos de silencio mirando la imagen repasamos en nuestra mente los rostros de personas concretas que han contribuido a nuestra formación cristiana, personas que nos comunican a Dios, de los niños y jóvenes que nos santifican en nuestro servicio como catequistas.

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La oración espacio vital indispensable para el camino a la santidad
Catequistas, procurad sed siempre fieles a vuestro tiempo de oración, conscientes de vuestra debilidad y pobreza seguros de vuestra pertenencia a Dios. Procurad sed humildes para reconoceros en sed profunda de la plenitud que solo Dios da a vuestra persona. Haced de vuestra vida una continua oración, no solo en los tiempos y horarios propicios, más bien, que vuestra vida entera sea un acto de amor a Dios. Durante el día se pueden decir algunas frases cortas para vivir en consciente presencia. Ejemplo: “Jesús concédeme amarte”, “tengo sed de ti Jesús”, “Jesús confío en ti”… etc. Buscad el silencio y evitar el ruido puede ser de mucha ayuda para introducirnos y vivir en constante presencia de Dios.

Por: Cristina del Pilar López Virgen

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