Cómo llegar a ser una presencia evangelizadora en el continente digital
El pro-prefecto del Dicasterio para la evangelización intervino en la conferencia sobre «Evangelización y vocación» que se celebra en Maynooth, Irlanda: Internet es una oportunidad para el diálogo pero no puede sustituirse al camino junto a las personas. La verdadera pregunta «no es cómo usar las nuevas tecnologías para evangelizar, sino cómo llegar a ser una presencia evangelizadora en el continente digital»
La Iglesia no evangeliza porque se encuentre ante el gran desafío de la secularización, sino porque debe ser obediente al mandato del Señor de llevar su Evangelio a toda criatura. En este sencillo pensamiento se condensa el proyecto de los próximos decenios, que deben encontrarnos capaces de comprender plenamente la responsabilidad que incumbe a la Iglesia de Cristo en esta particular coyuntura histórica.
Estos son algunos puntos desarrollados en la conferencia:
El cristianismo está inserto en la historia
Uno de los rasgos peculiares del cristianismo, «es el concepto de estar inserto en la historia». La Iglesia, por tanto, no puede ser eficaz en su labor evangelizadora si olvida «cómo entrar en la cultura, y cómo crear historia». En este sentido, por tanto, «pensar en la evangelización como si no existiera la necesidad de la inculturación, no es un camino que se pueda recorrer».
Evangelizar en el continente digital
En la valentía de evangelizar para descubrir nuevos caminos y seguirlos «bajo la acción del Espíritu , no se puede olvidar por una parte, la necesidad de transmitir lo que ‘siempre se ha creído por todos y en todo lugar’ y, por otra, la necesidad de comprender la nueva cultura que está emergiendo y que determinará los próximos siglos: la cultura digital».
Presencia evangelizadora en el continente digital
Internet, en efecto, representa ciertamente una oportunidad para el diálogo, el encuentro y el intercambio entre las personas, así como el acceso a la información y al conocimiento, pero la verdadera cuestión no es cómo utilizar las nuevas tecnologías para evangelizar, sino cómo convertirse en una presencia evangelizadora en el continente digital.
El encuentro con el Señor
El uso de herramientas digitales no puede ser el único instrumento de evangelización, que no puede prescindir del encuentro interpersonal. Al contrario nos encontraremos ante una virtualización de la evangelización que viene a acercarse a otros mundos virtuales experimentados, con el riesgo real, sin embargo, de una evangelización débil e ineficaz.
En primer lugar debe estar siempre nuestro encuentro con el Señor, nuestra llamada personal y el testimonio de los efectos que ésta ha tenido en nosotros, y la vocación a la misión, que es un elemento intrínseco del cristianismo y, al mismo tiempo, se convierte en un criterio para juzgar la eficacia del trabajo pastoral.
La Buena Nueva es un hecho que pide tomar una posición
Quienes anuncian la Palabra de Dios están investidos de una autoridad que viene de lo alto, pero que exige a quienes la aceptan ser discípulos del único maestro, ya que estar ante Cristo no permite neutralidad alguna.
Sólo con esta conciencia se puede tener la autoridad para anunciar la buena noticia. No estamos ante una enseñanza, ni ante una exhortación espiritual, ni mucho menos ante una teoría para mejorar la sociedad; no. La referencia a la ‘noticia’ es para subrayar la verdad subyacente: es un acontecimiento, un hecho que implica a quien escucha y le pide que tome posición».
Acompañantes y acompañados
Ayudar a descubrir la primacía de Dios en nuestra vida y la fuerza de su gracia se convierten en el instrumento a través del cual podemos orientar conscientemente nuestra propia existencia, porque una vocación, nunca es una improvisación, sino el descubrimiento de un proyecto.
Desde la perspectiva vocacional esto significa que necesitamos una gran obra de acompañamiento de nuestros jóvenes, con la conciencia de que cuando se camina juntos se acompaña recíprocamente y el movimiento, por tanto, nunca es unidireccional.
El servicio de acompañamiento, es ante todo llevar a la persona a un encuentro vivo con la Palabra de Dios viva en la vida de la Iglesia.
La audacia de Dios al confiarse al hombre común
Por último, el comportamiento y el estilo de vida del acompañante deben ser coherentes con el anuncio de la Palabra.
Lo que se pide al sacerdote es que sea signo concreto de que el amor de Cristo no es una utopía ni algo de lo que sólo son capaces los héroes, sino una realidad que pueden vivir los hombres ordinarios cuando son capaces de entregarse. En esto, está la audacia de Dios, en tener que confiar todo de sí mismo a un hombre común, poniendo su cuerpo y su palabra en manos de un sacerdote para que sea alimento y sostén para la vida de cuantos se acercan.