53 Jornada de oración por las vocaciones
53 JORNADA DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
La Iglesia, madre de vocaciones
Desde la catequesis, este mensaje de la 53 Jornada de Oración por las vocaciones nos puede dar muchas luces; ante todo porque resalta a la comunidad cristiana como el ambiente privilegiado para que el cristiano experimente la llamada de Dios a vivir plenamente y santificarse en una vocación consagrada. El papa Francisco señala: “Ojalá puedan redescubrir que la vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son dones de la divina misericordia. La Iglesia es la casa de la misericordia y la «tierra» donde la vocación germina, crece y da fruto”.
“Estamos invitados a contemplar la comunidad apostólica y a agradecer la mediación de la comunidad en el propio camino vocacional”, es la comunidad la que nos abre horizontes nuevos de servicio y caridad, es ahí donde aprendemos a ser hermanos, a ser solidarios.
“Otro aspecto importante de la llamada sucede en la “acción misericordiosa del Señor que perdona nuestros pecados y nos abre a la vida nueva que se concreta en la llamada al seguimiento y a la misión”. CONVERSIÓN Y SEGUIMIENTO se dan de manera simultánea.
El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, describió los pasos del proceso evangelizador. Uno de ellos es la adhesión a la comunidad cristiana (cf. n. 23), esa comunidad de la cual el discípulo del Señor ha recibido el testimonio de la fe y el anuncio explícito de la misericordia del Señor. Esta incorporación comunitaria incluye toda la riqueza de la vida eclesial, especialmente los Sacramentos. La Iglesia no es sólo el lugar donde se cree, sino también verdadero objeto de nuestra fe; por eso decimos en el Credo: «Creo en la Iglesia».
Por eso la catequesis da un servicio de acogida y de inserción a la comunidad cristiana, así como despierta la inquietud vocacional pues primero, Dios nos llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una con-vocación.
El joven es llamado en la Iglesia y para la iglesia.
La vocación nace en la Iglesia. Desde el nacimiento de una vocación es necesario un adecuado «sentido» de Iglesia.
La comunidad se convierte en el hogar y la familia en la que nace la vocación. El candidato contempla agradecido esta mediación comunitaria como un elemento irrenunciable para su futuro. Aprende a conocer y a amar a otros hermanos y hermanas que recorren diversos caminos; y estos vínculos fortalecen en todos la comunión.
La vocación crece en la Iglesia. Durante el proceso formativo, los candidatos a las distintas vocaciones necesitan conocer mejor la comunidad eclesial, superando las percepciones limitadas que todos tenemos al principio. Para ello, es oportuno realizar experiencias apostólicas junto a otros miembros de la comunidad, por ejemplo: comunicar el mensaje evangélico junto a un buen catequista; experimentar la evangelización de las periferias con una comunidad religiosa; descubrir y apreciar el tesoro de la contemplación compartiendo la vida de clausura; conocer mejor la misión ad gentes por el contacto con los misioneros; profundizar en la experiencia de la pastoral en la parroquia y en la diócesis con los sacerdotes diocesanos.
Habrá que tener audacia y creatividad para presentar en el curso de catequesis, propuestas que despierten la inquietud vocacional en sus diferentes formas de vida.
La vocación está sostenida por la Iglesia. Los misioneros están acompañados y sostenidos por la comunidad cristiana, que continúa siendo para ellos un referente vital, como la patria visible que da seguridad a quienes peregrinan hacia la vida eterna.
Extracto del mensaje del Papa Francisco. (53 Jornada de Oración por las vocaciones)
Vaticano, 29 de noviembre de 2015
Primer Domingo de Adviento