San Juan Bosco. ¡El santo de la alegría!
A Don Bosco se le ha llamado con razón «el santo de la alegría». Cuando Pablo VI, el año 1975, regaló a la Iglesia su carta sobre la alegría, «Gaudete in Domino», nombró a San Juan Bosco como uno de los santos que mejor habían aprendido y comunicado el carisma de la alegría. Repetía con insistencia a sus muchachos: «¡Mi mayor satisfacción es verte alegre!»
Juan Bosco nació en Castelnuovo d’Asti el 16 de agosto de 1815 en una familia de campesinos. Su padre, Francisco Bosco, murió cuando Juan tenía solamente dos años, y Margarita Occhiena se quedó sola criando a Antonio, José y Juan.
Con una dulce firmeza y una fe infinita, Margarita, sabia educadora como lo era, convirtió su familia en una iglesia doméstica. Desde niño, Juan empezó a sentir el deseo de ser sacerdote.
Contó que a los nueve años había tenido un sueño que le reveló su misión, la educación de la juventud: una mujer resplandeciente como el sol le dijo “Hazte humilde, fuerte y robusto y lo que tú ves que les sucede a estos lobos que se convierten en corderos, tú lo harás por mis niños. Yo seré tu maestra. Con el tiempo tú comprenderás todo”. Siendo todavía un muchacho, Juan empezó juegos de destreza para sus amigos, aprendidos con gran esfuerzo, y alternaba esto con su trabajo y su oración.
En junio de 1841 fue ordenado sacerdote. Don Bosco empezó por dar alojamiento a chicos sin hogar. Les enseñó un trabajo y a amar al Señor; cantaba, jugaba y rezaba con ellos. Organizó un oratorio festivo, inicialmente itinerante, pero luego estable en Valdocco que puso bajo la protección de San Francisco de Sales. Margarita, ya anciana, aceptó ir a Turín a ayudarlo, convirtiéndose en “Mamá Margarita” para todos. De los primeros chicos surgieron los primeros colaboradores. Se desarrolló así el famoso Sistema Preventivo, un estilo educativo y acción pastoral basados en la razón, la religión y el amor. Los primeros colaboradores, con el tiempo y también gracias a la ayuda del Papa Pío IX, se convirtieron en una congregación, los Salesianos, dedicada a la salvación de los jóvenes, luchando contra todas las formas de pobreza y tomando como propio el lema: “Da mihi animas caetera tolle”. El joven Domingo Savio es el primer fruto del Sistema Preventivo.
Junto a Santa María D. Mazzarello fundó el Instituto de las Hijas de Mª Auxiliadora. Con buenos y trabajadores laicos, hombres y mujeres, creó los Cooperadores Salesianos para apoyar y sostener la obra de la educación de la juventud, anticipando así nuevas formas de apostolado en la Iglesia.
La fuente de su infatigable actividad y de la eficacia de su acción fue una constante «unión con Dios» y una confianza ilimitada en Mª Auxiliadora, a la que sentía como inspiradora y sostén de toda su obra.
A los 72 años, el 31 de enero de 1888, Don Bosco murió, exhausto por el trabajo. Pío IX, que lo había conocido, lo beatificó en 1929 y lo canonizó el 1 de abril de 1934. En el centenario de su muerte, el Papa Juan Pablo II lo declaró “Padre y Maestro de la Juventud”. Su cuerpo descansa en la Basílica de Mª Auxiliadora en Turín. Su fiesta se celebra el día 31 de enero. (Fuente: https://salesianas.org/quienes-somos/nuestros-fundadores/don-bosco/)