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Semana Santa de un catequista. Martes Santo

Todo cristiano está llamado a vivir con profunda meditación y respeto la Semana Santa, antes llamada Semana Mayor, en la que se recuerda el acontecimiento de amor que cambió el mundo, la historia, tu historia y la mía. En este artículo te ofrecemos una breve meditación para hacer un camino santo unido a la pasión de Cristo.

 


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MARTES SANTO “SOY INVITADO A LA MESA DEL SEÑOR ¿DONDE ME HE DE COLOCAR?”

El martes santo es un día para ubicar nuestra postura ante Jesús

 

Oración: Jesús en este día quiero vivir consciente de mí ser cristiano, de mi pertenencia a tu casa y mi lugar en tu mesa, dame la gracia de vivir con profundidad de fe mi ser hijo de Dios, discípulo y apóstol. De la dicha de presenciar tu entrega sin límite, tu ejemplo de humildad.

Escucha de la Palabra  (Jn 13, 13-14)

“Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.

Puntos de meditación

  • Mientras nosotros estamos buscando nuestro lugar en la mesa Jesús nos pone el ejemplo: Se hace esclavo por amor…
  • Ciertamente por ser hijos, discípulos y amigos, Jesús tiene ya un lugar para nosotros en la mesa…
  • Acaso, es nuestro pecado, nuestra desidia, nuestra pereza que nos impide tal vez tomarlo en serio, y participar plenamente…
  • ¿Cuál lugar quiero tomar de hoy en adelante en esta cena de amor de despedida, de permanencia eterna?
  • “También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” nos dice Jesús… ¿seremos capaces? Del amor con que amemos, en eso consiste ocupar nuestro lugar en su mesa, no es privilegio de unos cuantos…

 

Oración final

Maestro, tu que siendo Dios te has dignado lavar con tu propia sangre mis pecados, dame la gracia de justificar, pasar de largo, y perdonar cuando sea necesario las faltas, límites o imperfecciones de los que conviven a diario conmigo, mi familia, mis compañeros de trabajo… pues lo que a ellos hago, a ti mismo lo hago… Y concédeme la alegría de descubrirme muy dichoso por ser invitado a tu mesa.    

 

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