EcoEvangelio. Domingo de la Ascensión
La fiesta de la Ascensión nos muestra el camino hacia la “casa común definitiva”. Mientras lo recorremos, tenemos una tarea que Jesús nos ha dejado: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15). Jesús resucitado es el Evangelio, él es la buena noticia, anuncio de vida para los pobres. Desde aquí comprendemos la importante tarea encomendada de ir a toda la creación. Si el Evangelio es un anuncio para los pobres, en este siglo hemos de incluir a nuestra hermana tierra, como la encíclica Laudato si’ lo refiere: “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que “gime y sufre dolores de parto (Rm 8,22)”» (LS 2). Ser buena noticia para la creación nos lleva a reconocerla como una hermana, con la cual compartimos nuestra existencia (cf.LS 1), a la que le debemos respeto y cuidado.
Sin duda alguna, la solemnidad de la Ascensión amplía la tarea encomendada por el que ha sido elevado a los cielos. Parafraseando la frase ya citada podríamos decir: “cuidar de nuestra casa común, con la mirada puesta en nuestra casa común del cielo”. La misma encíclica, con toda claridad nos dice: «Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Co 13,12) y podremos leer con feliz admiración el misterio del universo, que participará con nosotros de la plenitud sin fin» (LS 243). «Mientras tanto, nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió, sabiendo que todo lo bueno que hay en ella será asumido en la fiesta celestial» (LS 244).
Os dejamos los siguientes enlaces: Reflexión completa del Ecoevangelio y el Ecopost.